lunes, 16 de junio de 2014

"De la Indignación a la Participación: por una Ética Cívica". Conferencia de Luis Aranguren en ICADE

El próximo 28 de junio de 2014, a las 11:30h, Luis Aranguren nos ofrecerá una interesante, urgente y actual conferencia titulada "De la Indignación a la Participación: por una ética cívica" en el marco de las actividades académicas del Especialista en Educación para la Solidaridad y el Desarrollo Global (7ª Promoción) de la Universidad Pontificia Comillas y Escuelas Católicas de Madrid.

¿Es la indignación una cuestión ética hoy? ¿Qué ha pasado con la participación en España, de dónde venimos, hacia dónde vamos? ¿Qué factores influyen en la "mutación antropológica" de la participación en las sociedades modernas y globales? ¿Cuáles son las nuevas formas de asociacionismo emergentes y posibles?

La persona no es, sino que se hace. Y son los demás los que construyen y dan forma, en buena parte, a ese yo desolado que comienza su vida a tientas. Si la persona es un ser social es que hace del vínculo con otros un elemento determinante en orden a su propia edificación personal. El vínculo es un núcleo generador de nuevas posibilidades a partir del cual cada ser humano es reconocido y proyectado; es amado y puesto en el mundo. El vínculo social organizado ha ido transformándose a lo largo del tiempo. Durante algunas décadas hemos hablado del asociacionismo como una especie de cajón de sastre donde entran toda clase de colectivos a los cuales las personas pertenecemos en nuestra condición de ciudadanos.

En la década que estamos viviendo actualmente renace la indignación, que era un músculo moral ya casi oxidado por falta de uso. Y despertamos viendo cómo nos habían sustraído derechos y libertades. Asambleas de barrio que recuerdan a las otrora reuniones de asociaciones de vecinos conviven con las redes sociales como rebelión individual y colectiva ante la precarización de nuestra sociedad; son moto- res de nuevas formas de vinculación asociativa. Una vinculación que, paradójicamente y como en los años de la transición política, busca la democracia, pero no ya la de hace 35 años, porque aquella, tan lejos y tan cerca, ya quedó obsoleta. La actual democracia, secuestrada por el poder financiero, precisa no de un la- vado de cara sino de una reconstrucción a fondo. Y para eso se vinculan no pocos ciudadanos en la actualidad.

Figuras de otras épocas, como sindicatos o colegios profesionales, agrupan y movilizan de nuevo a profesionales de la salud, profesores, funcionarios y estudiantes. La marea blanca junto con la marea ver- de y otras tantas mareas conforman una marea democrática que alza su voz, que presenta su queja, en unión con otras tantas plataformas, redes y agrupaciones de afectados, no como solidaridad cerrada (defensa de lo propio) sino como grito de que lo que es de todos —el estado del bienestar— nos lo han robado. Cierto que no volveremos a ese estado de cosas, pero no menos cierto que la defensa de los derechos de todos se impone en este desorden tan cruelmente establecido. Cierto que la marea no provoca tsunami, pero está presente. Al menos la marea desatasca un problema conceptual: no hablemos sobre qué es o no es la justicia; nos sentimos indignados y concernidos ante la experiencia de la injusticia y por eso nos vinculamos y movilizamos.

La calle aparece como nuevo espacio moral en defensa de demandas justas. El nuevo vínculo que nos une hace posible un escenario en el que todos nos podamos mirar a la cara y decirnos: «esto es cosa de todos», porque de todos depende que seamos reconocidos en nuestra dignidad pisoteada. El nuevo asociacionismo sin nombre sabe del reconocimiento mutuo en la herida abierta, y anhela la reconstrucción de una casa que nos han echado abajo y que necesita del concurso de todos para edificarla con nuevos mimbres y hacer que sea una casa habitable. Por eso este asociacionismo es vocacionalmente político y abre surco incidiendo en las políticas públicas.

Ahora bien, la tarea es tan difícil de abordar que requiere personas sólidas en tiempos líquidos, como reza el título de un libro de nuestros días. El vínculo social precisa algo más que el conectamos o el link de la red. El asociacionismo que pasa hoy necesariamente por la movilización como forma de acción, requiere de la necesaria mística que bebe del acontecimiento y del pensamiento que se teje en la historia, en la lectura, el estudio, el debate y la creación de opinión crítica.

Luis Aranguren Gonzalo es formador, conferenciante y escritor. Ha desarrollado labores de asesoramiento y acompañamiento en diversas organizaciones de voluntariado y solidaridad en España y América Latina. Es autor de más de una docena de libros. En PPC ha publicado Reinventar la solidaridad (1998), Cartografía del voluntariado (2000),  Humanización y voluntariado (2011) e Indignación (2014). Actualmente trabaja como director de ediciones de PPC.

Lugar de la conferencia: Alberto Aguilera, 23 - Universidad Pontificia Comillas - ICADE. Aula Polavieja. 11:30h. Más información: info@prosocialia.org